Manifiesto contra la mediocridad

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La mediocridad es un virus elusivo, resistente y desgraciadamente común que poco a poco está socavando los cimientos de nuestra sociedad, y convirtiéndonos en ovejas infelices que no se atreven a salir del rebaño, y que al final acaban persiguiendo a todo el que osa desviarse del camino… aunque éste esté equivocado.
¿Por que si todos lo hacen, no puede estar mal, no?. En un momento donde necesitamos más que nunca talento, referentes y a gente fuera de la media, la mediocridad campa a sus anchas, evitando que la gente se atreva a destacar por miedo a ser diferente, por miedo a “no encajar” y a ser visto como “raro”.
¿Prefieres encajar y ser infeliz, como todos los demás? Porque eso es la mediocridad
Desde pequeños se nos enseña a ser como los demás, a repetir las cosas tal como se nos han mostrado, a no cuestionar el por qué de las cosas y sobre todo, a no destacar. En lugar de fomentar que el ritmo de la educación la marquen los que se esfuerzan, los que realmente sucede es que la clase siempre se adapta a los que menos interés tienen o menos aptitudes…
Y éste es el problema: que sólo hay una forma de evaluar las aptitudes, a través de las competencias “duras”: matemáticas, física…  asumiendo que todos somos iguales, que todos podemos/debemos ser formados con los mismos parámetros. Y nada más erróneo, se habla de por lo menos 8 tipos de inteligencia…. y claro, pasa lo que pasa:
Y la mejor forma de no sentirse tan inútil es intentar encajar, ser como los demás e intentar que no se note nuestras “rarezas”… esas que nos hacen especiales, únicos y diferentes. Y por si fuera poco, el sistema educativo, en lugar de comprender que cada persona es diferente, y potenciar lo que tiene de especial cada uno de nosotros, lo que hace es reforzar aquello en lo que no destacamos. ¿Resultado? La campana de Gauss, cada día más homogénea y concentrando a más gente en el centro (por si no la conoces, es una curva estadística que se usa para describir la más usual de las distribuciones de variables aleatorias en un universo):
Ojo, ser mediocre no significa estar en la media, significa glorificar la media y demonizar cualquiera que salga de la misma… habitualmente porque esa persona actúa como espejo y nos hace ver a lo que hemos renunciado, lo que nos ha dado miedo hacer. Porque yo creo que nadie estamos en todos los aspectos en la media: todos tenemos algo especial y único dentro de nosotros, que nos hace diferentes y geniales.
Ya sea tu forma de bailar, tu afinidad con los animales o lo rápido que eres capaz de recitar listas interminables… es algo que en el mejor de los casos dejamos como hobby (nos han dicho que no se puede vivir de eso, que no es una profesión seria) y en el peor intentamos reprimir como “tonterías de niño” o cosas inútiles.
Y el problema es que la mediocridad no sólo es un cáncer que impregna muchas capas de la sociedad sino que tiende a perpetuarse. Basta con echar un vistazo a nuestra clase política, y comparar los gobiernos de los últimos años (me da igual el signo político) con los que los precedieron en la transición democrática, por ejemplo, para echarse a llorar.
Es parecido al efecto Dámaso, en el que los que son objetivamente los mejores de la tribu (aquellos con talentos fuera de la media) deben responder ante los mediocres, ante la cultura dominante que hace las cosas de la forma establecida y se auto-perpetúa.  Y por eso el fracaso es perseguido, las ideas que pretenden cambiar el status quo son dejadas de lado, y la innovación y la creatividad, reducidas a pequeñas mejorar sin ambición y sin apenas riesgo.
Y por esto tenemos que actuar. Ya. Rodearnos de gente que sume, de gente que nos anime a arriesgarnos y no que se regodee en nuestros fracasos. Atrevernos a salir cada día un poco de nuestra zona de confort. Hoy comer en un restaurante nuevo. Mañana ir por un camino diferente al trabajo… y quizás dentro de un mes, haciendo eso con lo que desde hace años sueñas pero que nunca te has atrevido. Pero empieza a probar a hacer cosas nuevas.
Porque la comodidad te empuja a la mediocridad casi sin darte cuenta. Al estancamiento.
Y si, debemos actuar sobre nosotros mismos, pero por encima de todo, sobre nuestros hijos. Porque enseñar a alguien a arriesgarse, a salir de camino predeterminado y buscar su propio destino es fácil cuando eres joven y tienes poco que perder…. pero se va haciendo progresivamente mas difícil cuanto más recores de la carrera de la rata , cuanto más pesadas son tus cadenas doradas (hipotecas, estilo de vida…etc).
Es un músculo que hay que ejercitar, y aunque al principio parece imposible, estas cadenas pueden ser rotas: yo lo he hecho, arriesgándolo todo la primera vez con 34 y la segunda con 38…. y si yo he podido, tú también. Hay que cambiar la mediocridad por una meritocracia. Y ya sabes, no es cosa de otros:
Si quieres encontrarás la forma… y si no, encontrarás la excusa
Extraído del Blog de Javier Megias.

 

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Una respuesta a Manifiesto contra la mediocridad

  1. Joan Clotet Sulé dijo:

    Excelente y estimulante

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